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El año festivo da comienzo con la fiesta de San Blas, que tiene lugar el 3 de febrero. La tarde anterior, festividad de la Candelaria, los niños de la escuela corrían la rosca. La costumbre consistía en comprar unas roscas entre todos y hacer carreras, de forma que el ganador se convierte en dueño del preciado dulce, que al final era compartido por todos.
Antiguamente el Ayuntamiento mandaba hacer tres hermosas roscas con manteca, anisillos y confites. Por la tarde se reunía el pueblo con sus autoridades y se celebraban tres carreras: la primera los casados, la segunda los solteros y la tercera los chicos, concediendo una rosca a cada uno de los campeones de los grupos.
Hoy se sigue manteniendo esta fiesta, aunque se ha visto reducida a competiciones infantiles en su mayoría, pero todo el pueblo participa de ella. El Ayuntamiento regala una rosca a todo aquel que quiera acercarse a por ella y los ganadores de la competición siguen teniendo el privilegio de disfrutar de su gran rosca.
Esa misma tarde de la rosca ya se oye el ruido que organizan los niños y mozos agitando los cencerros que llevaban atados a su espalda. Es el modo de anunciar la fiesta de San Blas.